martes, 28 de diciembre de 2010

Aquí tenéis reloj, allí tenemos tiempo




Moussa Ag Assarid es el mayor de trece hermanos de una familia nómada de tuaregs. Nació al norte de Mali en 1975 y en 1999 se trasladó a Francia para estudiar. Es autor de ‘ En el desierto no hay atascos' , donde describe su fascinación y perplejidad ante el mundo occidental.

Tenéis de todo, pero no os basta. Os quejáis.
Aquí tenéis reloj, allí tenemos tiempo.

En el desierto no hay atascos, ¿y sabe por qué? ¡Porque allí nadie quiere adelantar a nadie!

A continuación está la entrevista que concedió a La Vanguardia

No sé mi edad: nací en el desierto del Sahara, sin papeles... !

Nací en un campamento nómada tuareg entre Tombuctú y Gao, al norte de Mali. He sido pastor de los camellos, cabras, corderos y vacas de mi padre. Hoy estudio Gestión en la Universidad Montpellier. Estoy soltero. Defiendo a los pastores tuareg. Soy musulmán, sin fanatismo

¡Qué turbante tan hermoso... !

Es una fina tela de algodón: permite tapar la cara en el desierto cuando se levanta arena, y a la vez seguir viendo y respirando a su través.

Es de un azul bellísimo...

A los tuareg nos llamaban los hombres azules por esto: la tela destiñe algo y nuestra piel toma tintes azulados...

¿Cómo elaboran ese intenso azul añil?

Con una planta llamada índigo, mezclada con otros pigmentos naturales. El azul, para los tuareg, es el color del mundo.

¿Por qué?

Es el color dominante: el del cielo, el techo de nuestra casa.

¿Quiénes son los tuareg?

Tuareg significa ‘ abandonados' , porque somos un viejo pueblo nómada del desierto, solitario, orgulloso: ‘ Señores del Desierto' , nos llaman. Nuestra etnia es la amazigh (bereber), y nuestro alfabeto, el tifinagh.

¿Cuántos son?

Unos tres millones, y la mayoría todavía nómadas. Pero la población decrece... ‘ ¡Hace falta que un pueblo desaparezca para que sepamos que existía!' , denunciaba una vez un sabio: yo lucho por preservar este pueblo.

¿A qué se dedican?

Pastoreamos rebaños de camellos, cabras, corderos, vacas y asnos en un reino de infinito y de silencio...

¿De verdad tan silencioso es el desierto?

Si estás a solas en aquel silencio, oyes el latido de tu propio corazón. No hay mejor lugar para hallarse a uno mismo.

¿Qué recuerdos de su niñez en el desierto conserva con mayor nitidez?

Me despierto con el sol. Ahí están las cabras de mi padre. Ellas nos dan leche y carne, nosotros las llevamos a donde hay agua y hierba... Así hizo mi bisabuelo, y mi abuelo, y mi padre... Y yo. ¡No había otra cosa en el mundo más que eso, y yo era muy feliz en él!

¿Sí? No parece muy estimulante. ..

Mucho. A los siete años ya te dejan alejarte del campamento, para lo que te enseñan las cosas importantes: a olisquear el aire, escuchar, aguzar la vista, orientarte por el sol y las estrellas... Y a dejarte llevar por el camello, si te pierdes: te llevará a donde hay agua.

Saber eso es valioso, sin duda...

Allí todo es simple y profundo. Hay muy pocas cosas, ¡y cada una tiene enorme valor!

Entonces este mundo y aquél son muy diferentes, ¿no?

Allí, cada pequeña cosa proporciona felicidad. Cada roce es valioso. ¡Sentimos una enorme alegría por el simple hecho de tocarnos, de estar juntos! Allí nadie sueña con llegar a ser, ¡porque cada uno ya es!

¿Qué es lo que más le chocó en su primer viaje a Europa?

Vi correr a la gente por el aeropuerto.. . ¡En el desierto sólo se corre si viene una tormenta de arena! Me asusté, claro...

Sólo iban a buscar las maletas, ja, ja...

Sí, era eso. También vi carteles de chicas desnudas: ¿por qué esa falta de respeto hacia la mujer?, me pregunté... Después, en el hotel Ibis, vi el primer grifo de mi vida: vi correr el agua... y sentí ganas de llorar.

Qué abundancia, qué derroche, ¿no?

¡Todos los días de mi vida habían consistido en buscar agua! Cuando veo las fuentes de adorno aquí y allá, aún sigo sintiendo dentro un dolor tan inmenso...

¿Tanto como eso?

Sí. A principios de los 90 hubo una gran sequía, murieron los animales, caímos enfermos... Yo tendría unos doce años, y mi madre murió... ¡Ella lo era todo para mí! Me contaba historias y me enseñó a contarlas bien. Me enseñó a ser yo mismo.

¿Qué pasó con su familia?

Convencí a mi padre de que me dejase ir a la escuela. Casi cada día yo caminaba quince kilómetros. Hasta que el maestro me dejó una cama para dormir, y una señora me daba de comer al pasar ante su casa... Entendí: mi madre estaba ayudándome...

¿De dónde salió esa pasión por la escuela?

De que un par de años antes había pasado por el campamento el rally París-Dakar, y a una periodista se le cayó un libro de la mochila. Lo recogí y se lo di. Me lo regaló y me habló de aquel libro: El Principito. Y yo me prometí que un día sería capaz de leerlo...

Y lo logró.

Sí. Y así fue como logré una beca para estudiar en Francia.

¡Un tuareg en la universidad. ..!

Ah, lo que más añoro aquí es la leche de camella... Y el fuego de leña. Y caminar descalzo sobre la arena cálida. Y las estrellas: allí las miramos cada noche, y cada estrella es distinta de otra, como es distinta cada cabra... Aquí, por la noche, miráis la tele.

Sí... ¿Qué es lo que peor le parece de aquí?

Tenéis de todo, pero no os basta. Os quejáis. ¡En Francia se pasan la vida quejándose! Os encadenáis de por vida a un banco, y hay ansia de poseer, frenesí, prisa... En el desierto no hay atascos, ¿y sabe por qué? ¡Porque allí nadie quiere adelantar a nadie!

Reláteme un momento de felicidad intensa en su lejano desierto.

Es cada día, dos horas antes de la puesta del sol: baja el calor, y el frío no ha llegado, y hombres y animales regresan lentamente al campamento y sus perfiles se recortan en un cielo rosa, azul, rojo, amarillo, verde...

Fascinante, desde luego...

Es un momento mágico... Entramos todos en la tienda y hervimos té. Sentados, en silencio, escuchamos el hervor... La calma nos invade a todos: los latidos del corazón se acompasan al pot-pot del hervor...

Qué paz...

Aquí tenéis reloj, allí tenemos tiempo.

martes, 21 de diciembre de 2010

tu destino

“Eres lo que tu mas profundo y vigoroso deseo es. Como es tu deseo, es tu voluntad. Como es tu voluntad, son tus actos. Como son tus actos, es tu destino.”

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Mas allá

Dedicada a mi hermano Antonio que le encanta esta canción, Te quiero pequeño

lunes, 13 de diciembre de 2010

Yule

Este año Yule coincide con Luna llena y eclipse Lunar el 21 de Diciembre. Una noche especial sin duda.

El Solsticio de Invierno, que se celebra en los días comprendidos entre el 20 y 23 de Diciembre es una de las fiestas celtas. Los sabbats, son fiestas que se celebran en días de luna llena, y esta es una de ellas.

Este día es el momento de mayor oscuridad: el sol está en su punto más bajo en los cielos, mientras que la noche es la más larga del año. Yule es uno de los puntos clave del ciclo. Tras Yule, los días empiezan a prolongarse, por lo que esta festividad se celebra tradicionalmente para convocar el retorno de la luz y de la esperanza al mundo oscuro . La Diosa, en su aspecto de Madre Creadora y Plena, da a luz al niño Sol, el Dios que representa el renacimiento de la vida, la esperanza y el amor.

Hay muchas similitudes entre los ritos celtas y las tradiciones navideñas que ahora se identifican con la tradición cristiana. Repasemos alguna de ellas.

- Era costumbre adornar las casas con hiedra, por dentro y por fuera, y poner guirnaldas de acebo y muérdago, para protegerse de visitas no deseadas.

- Los colores empleados para los adornos eran el color rojo, símbolo del nacimiento (por su asociación con la sangre del parto), y el verde, símbolo de la tierra, ya que se consideraba que, al empezar los días a ser más largos, era entonces cuando verdaderamente empezaba a resurgir la vida en la tierra.


- Otra costumbre heredada de los pueblos celtas es la del árbol de navidad, que en su origen era un tronco de árbol que se quemaba la noche del solsticio, para festejar el renacimiento del sol y para atraer la prosperidad. Esta costumbre se remonta incluso a Egipto, en el 5000 a.c. (festejaban el nacimiento de Horus, su "rey sol") y a los antiguos sumerios (festejaban el nacimiento del dios Mitra), y ha sufrido cambios, pero ha estado presente desde entonces en multitud de culturas.

Cuando los celtas adoptaron esta costumbre, hacia el 1100 a.c., recogían un leño después del solsticio y lo guardaban hasta que, unos días antes de la festividad, lo adornaban con piñas de conífera, acebo, hiedra y otras plantas siempre verdes, lo que parece que puede ser uno de los orígenes de la costumbre actual de adornar un árbol. Después de varios días adornado y colocado en un lugar de honor del hogar, para que todos los miembros de la familia pudieran tocarlo y dejarle golosinas y regalos, el leño se prendía al ponerse el sol la noche del solsticio (normalmente era la madre quien prendía el fuego) y se quemaba lentamente. Sus cenizas se guardaban con veneración, ya que se decía que podían curar enfermedades, y se solía guardar algún resto carbonizado para encender el fuego del leño del año siguiente.


Es el renacimiento de la luz, la luz que nunca se fué pero que ahora brillará con más fuerza...

(Mi hermana Lucía, una de las luces que alumbran mi vida y mi alma)

viernes, 10 de diciembre de 2010

Los campamentos Saharauis









Tindouf  2008

Inolvidable e impresionante sería la única forma de describir un atatrdecer en el Sáhara, como poco a poco se vá fundiendo el sol en las dunas del desierto y en ese momento una sensación inunda todo tu ser de paz, tranquilidad y magia.
Esos tés interminables, esas sonrisas sinceras, esas familias que te acogen como familiar sin conocerte de nada, esas personas que te dán más de lo que tienen, todo y más.

Una experiencia única e irrepetible, una de las mejores experiencias de mi vida.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

El templo de Hatshepsut, el templo del amor

HATSHEPSUT:

Una de las más famosas y atractivas de entre estas mujeres, fue la reina Hatshepsut. En realidad, si hubiera nacido varón, había sido la indiscutible heredera del trono, pero el hecho de ser mujer la había destinado a ser solo la trasmisora de la realeza, una Gran Esposa Real.

En principio, Hatshepsut fue tratada como la primera esposa de su hermanastro Thutmosis II, más joven que ella, enfermizo y débil. Su reinado fue breve: duró poco más de tres años. No obstante, había engendrado en una concubina llamada Isis un hijo varón al que también se le impondría el nombre de Thutmosis, el tercer rey con ese nombre que vería la dinastía.



Cuando el rey Thutmosis II murió, la reina Hatshepsut, se encontró con todo el poder entre sus manos. El sucesor varón de rey difunto era un niño de corta edad, Thutmosis III, y ella era la persona que más legitimidad poseía para ejercer el poder sobre el trono.




Ayudada por dos importantes hombres de la corte, el gran arquitecto real Sen-en-Mut, y el Visir del Alto y del Bajo Egipto, y Sumo Sacerdote de Amón, Hapu-Seneb, se hizo coronar como rey del Alto y Bajo Egipto. Igualmente, se hizo representar con barba, atributo propio de lo reyes y, principalmente, se hizo declarar hija carnal del dios Amón, por tanto un ser de naturaleza divina, y diosa ella misma.



Probablemente, la idea era establecer una especial línea dinástica previniendo que su sucesora en el trono sería la princesa Neferu-Ra.


Se supone que esta princesa habría sido hija concebida del rey Thutmosis II, pero, todo indica que también podría haber sido fruto del amor de la reina con su gran favorito, el Mayordomo de Amón y Arquitecto real Sen-en-Mut. El amor entre estos dos personajes parece haber sido el fundamento del reinado de Hatshepsut. Para ella, Sen-en-Mut fue sin duda el sostén y el apoyo más importante en su ascensión hacía el trono de Egipto. El arquitecto Sen-en-Mut construyó para su soberana el templo más maravilloso que existe en todo Egipto, el Dyer-Dysesu, en Deir el Bahari. Allí se albergaban los misterios del nacimiento divino de la reina, engendrada místicamente por Amón en el vientre de su madre, la reina Ahmes-ta-Sherit.


Sin embargo, una vez concluida la construcción del templo del Deir el Bahari parece que la princesa Neferu-Ra murió. Esta terrible pérdida trajo consigo el cambio de los planes tan largamente elaborados entre Hatshepsut y Sen-en-Mut. Hacía el año 22 el reinado conjunto con Thutmosis III, todo parece indicar que la reina desapareció de escena. La causa de dicha desaparición podría haber sido su muerte.

En todo caso, la memoria de la reina sobrevivió a pesar de que sus nombres fueron atacados y sus estatuas destruidas. El templo de Deir el Bahari proclama todavía el amor que unió a esta reina y a su favorito, el Mayordomo de Amón, Sen-en-Mut.


 







lunes, 6 de diciembre de 2010

SER FELIZ



“Si pudiéramos aprender que las flores son más bellas cuando se mantienen en sus plantas; si pudiéramos entender que la felicidad no se la puede atrapar porque existe únicamente en el presente; si entendiéramos que no es posible detener el transcurso del tiempo y querer hacer que un momento dure toda la eternidad.
Si entendiéramos que podemos ver la felicidad en cada cosa creada, percibir la belleza detrás de las apariencias, encontrar la armonía ahí en donde normalmente observamos sólo problemas; si fuésemos capaces de percibir ese chispazo divino de Voluntad Divina yacente en todas las cosas, diríamos entonces que hemos aprendido a abrir los ojos a la felicidad, porque el hombre tiene una misión, la misión de ser feliz y de hacer felices a los demás”.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

La Nube y la Duna



"Todo el mundo sabe que la vida de las nubes es muy agitada, pero también muy corta", escribe Bruno Ferrero. Aquí contaremos una nueva historia:
Una joven nube nació en medio de una gran tempestad en el mar Mediterráneo. Pero casi no tuvo tiempo de crecer allí, pues un fuerte viento empujó a todas las nubes en dirección a África.

No bien llegaron al continente, el clima cambió: un sol generoso brillaba en el cielo y abajo se extendía la arena dorada del desierto dell Sahara. El viento las continuó empujando en dirección a los bosques del sur, ya que en el desierto casi no llueve.

Entretanto, así como sucede con los jóvenes humanos, también sucede con las jóvenes nubes: la nuestra decidió desgarrarse de sus padres y de sus más viejos amigos para conocer el mundo.

-¿Qué estás haciendo? - protestó el viento. - ¡El desierto es todo igual! ¡Regresa a la formación y vayamos hasta el centro de África, donde existen montañas y árboles deslumbrantes!

Pero la joven nube, rebelde por naturaleza, no obedeció. Poco a poco fue bajando de altitud hasta conseguir planear en una brisa suave, generosa, cerca de las arenas doradas. Después de pasear mucho, se dio cuenta de que una de las dunas le estaba sonriendo.

Vio que ella también era joven, recién formada por el viento que acababa de pasar. Y al momento se enamoró de su cabellera dorada.

- Buenos días - dijo. - ¿Cómo se vive allá abajo?

- Tengo la compañía de las otras dunas, del sol, del viento y de las caravanas que de vez en cuando pasan por aquí. A veces hace mucho calor, pero se puede aguantar. ¿Y cómo es vivir allí arriba?

-También existen el viento y el sol, pero la ventaja es que puedo pasear por el cielo y conocer muchas cosas.

- Para mí la vida es corta - dijo la duna. - cuando el viento vuelva de las selvas, desapareceré,

- ¿Y esto te entristece?

- Me da la impresión de que no sirvo para nada.
- Yo también siento lo mismo. En cuanto pase un viento nuevo, iré hacia el sur y me transformaré en lluvia. Mientras tanto, éste es mi destino.

La duna vaciló un poco, pero terminó diciendo:

- ¿Sabes que aquí en el desierto decimos que la lluvia es el Paraíso?

- No sabía que podía transformarme en algo tan importante - dijo la nube, orgullosa.

- Ya escuché varias leyendas contadas por viejas dunas. Ellas dicen que, después de la lluvia, quedamos cubiertas por hierbas y flores. Pero yo nunca sabré lo que es eso, porque en el desierto es muy difícil que llueva.

Ahora fue la nube la que vaciló. Pero enseguida volvió a abrir su amplia sonrisa:
- Si quieres, puedo cubrirte de lluvia. Aunque acabo de llegar, me he enamorado de ti, y me gustaría quedarme aquí para siempre.

- Cuando te vi por primera vez en el cielo también me enamoré - dijo la duna. - Pero si tú transformas tu linda cabellera blanca en lluvia, terminarás muriendo.

- El amor nunca muere - dijo la nube.- Se transforma. Y yo quiero mostrarte el Paraíso.

Y comenzó a acariciar a la duna con pequeñas gotas. Así permanecieron juntas mucho tiempo hasta que apareció un arco iris.

Al día siguiente, la pequeña duna estaba cubierta de flores. Otras nubes que pasaban en dirección a África pensaban que allí estaba la parte de bosque que estaban buscando, y soltaban más lluvia. Veinte años después, la duna se había transformado en un oasis, que refrescaba a los viajeros con la sombra de sus árboles.

Todo porque, un día, una nube enamorada no había tenido miedo de dar su vida por amor.

Paulo Coelho

martes, 30 de noviembre de 2010


En esta vida...¿quien no tiene sueños?, todos necesitamos tener sueños, sueños que nos lleven a lugares inexplorados, a lugares llenos de magia donde puedas volar en tu imaginación, donde nada tiene limites porque los limites los pones tu, las únicas barreras que hay son las de tu corazón y los muros están hechos de dolor, pero son sueños, pensamientos llenos de ilusión y de esperanza, relatos contados por tu corazón, deseos que habitan en tu interior, es tu propio mundo....pero pronto habrá que despertar, bajar a la realidad, donde los lugares ya no son tan mágicos, y tu imaginación no permite volar porque ya no hay esperanzas ya no hay ilusión, solo te embarca el dolor....te lleva hacia rincones oscuros donde habita tu realidad, una realidad dura, pero que con tus sueños puedes cambiar, con tu esperanza lo puedes lograr, consigue que tus sueños se hagan realidad y vive en tu propio mundo de hadas y magia.

martes, 23 de noviembre de 2010

Comprendemos


Disfrutamos del calor porque hemos sentido el frío. Valoramos la luz, porque conocemos la oscuridad. Y comprendemos la felicidad porque hemos conocido la tristeza.

viernes, 12 de noviembre de 2010

La historia del lápiz


El niño miraba al abuelo escribir una carta. En un momento dado, le preguntó:–¿Estás escribiendo una historia que nos pasó a los dos? ¿Es, quizá, una historia sobre mí?



El abuelo dejó de escribir, sonrió y dijo al nieto:–Estoy escribiendo sobre ti, es cierto. Sin embargo, más importante que las palabras es el lápiz que estoy usando. Me gustaría que tú fueses como él cuando crezcas.



El niño miró el lápiz, intrigado, y no vio nada de especial.–¡Pero si es igual a todos los lápices que he visto en mi vida!



–Todo depende del modo en que mires las cosas. Hay en él cinco cualidades que, si consigues mantenerlas, harán de ti una persona por siempre en paz con el mundo.



Primera cualidad: puedes hacer grandes cosas, pero no olvides nunca que existe una mano que guía tus pasos. A esta mano nosotros la llamamos Dios, y Él siempre te conducirá en dirección a su voluntad.



Segunda: de vez en cuando necesito dejar de escribir y usar el sacapuntas. Eso hace que el lápiz sufra un poco, pero al final está más afilado. Por lo tanto, debes ser capaz de soportar algunos dolores, porque te harán mejor persona.



Tercera: el lápiz siempre permite que usemos una goma para borrar aquello que está mal. Entiende que corregir algo que hemos hecho no es necesariamente algo malo, sino algo importante para mantenernos en el camino de la justicia.



Cuarta: lo que realmente importa en el lápiz no es la madera ni su forma exterior, sino el grafito que hay dentro. Por lo tanto, cuida siempre de lo que sucede en tu interior.



Finalmente, la quinta cualidad del lápiz: siempre deja una marca. De la misma manera, has de saber que todo lo que hagas en la vida dejará trazos, e intenta ser consciente de cada acción.

domingo, 31 de octubre de 2010

El corazón más hermoso

Un día un hombre joven se situó en el centro
de un poblado y proclamó que él poseía el
corazón más hermoso de toda la comarca.

Una gran multitud se congregó a su alrededor
y todos admiraron y confirmaron que su corazón
era perfecto, pues no se observaban en el ni
máculas ni rasguños.

Sí, coincidieron todos que era el corazón
más hermoso que hubieran visto.
Al verse admirado el joven se sintió más
orgulloso aún, y con mayor fervor aseguró
poseer el corazón más hermoso de todo el
vasto lugar .

De pronto un anciano se acercó y dijo:
“¿Porqué dices eso, si tu corazón no es ni
tan, aproximadamente, tan hermoso como el mío?

Sorprendidos la multitud y el joven miraron
el corazón del viejo y vieron que, si bien
latía vigorosamente, éste estaba cubierto de
cicatrices y hasta había zonas donde faltaban
trozos y éstos habían sido reemplazados por
otros que no encastraban perfectamente en el
lugar, pues se veían bordes y aristas irregu-
lares en su derredor.
Es más, había lugares con huecos, donde
faltaban trozos profundos.

La mirada de la gente se sobrecogió
- ¿como puede él decir que su corazón
es más hermoso?, pensaron …

El joven contempló el corazón del anciano
y al ver su estado desgarbado, se echó a reír.

“Debes estar bromeando,” dijo.
“Compara tu corazón con el mío…
El mío es perfecto. En cambio el tuyo es un
conjunto de cicatrices y dolor.”

“Es cierto,” dijo el anciano,
“tu corazón luce perfecto, pero yo jamás me
involucraría contigo…
Mira, cada cicatriz representa una persona
a la cual entregué todo mi amor.
Arranqué trozos de mi corazón para entregárselos
a cada uno de aquellos que he amado.
Muchos a su vez, me han obsequiado un trozo
del suyo, que he colocado en el lugar que
quedó abierto.
Como las piezas no eran iguales, quedaron
los bordes por los cuales me alegro,
porque al poseerlos me recuerdan el
amor que hemos compartido.”

“Hubo oportunidades, en las cuales entregué
un trozo de mi corazón a alguien, pero esa
persona no me ofreció un poco del suyo a cambio.
De ahí quedaron los huecos
- dar amor es arriesgar, pero a pesar del dolor
que esas heridas me producen al haber quedado
abiertas, me recuerdan que los sigo amando
y alimentan la esperanza, que algún día -tal vez-
regresen y llenen el vacío que han dejado
en mi corazón.”

“¿Comprendes ahora lo que es
verdaderamente hermoso?”

El joven permaneció en silencio,
lágrimas corrían por sus mejillas.
Se acercó al anciano, arrancó un trozo
de su hermoso y joven corazón y se lo ofreció.

El anciano lo recibió y lo colocó en su corazón,
luego a su vez arrancó un trozo del suyo
ya viejo y maltrecho y con él tapó
la herida abierta del joven.
La pieza se amoldó, pero no a la perfección.
Al no haber sido idénticos los trozos,
se notaban los bordes.

El joven miró su corazón que ya no era perfecto,
pero lucía mucho más hermoso que antes,
porque el amor del anciano fluía en su interior.

¡Desde aquí puedo ver lo hermoso que es tu corazón!

¡Que tengas un lindo día! El más hermoso !!

Reciban ustedes un pedazo de mi corazón….

jueves, 7 de octubre de 2010

EL MILAGRO DE VER


Tres personas iban caminando por un bosque: un sabio con fama de hacedor de
milagros, un rico terrateniente del lugar y, detrás de ellos y escuchando la
conversación, un joven alumno del sabio.
Aprovechando la presencia del sabio, el poderoso terrateniente le dijo:
-Me han contado en el pueblo que eres muy poderoso, que incluso puedes hacer
milagros.
El sabio le respondió:
-Soy una persona vieja y cansada. ¿Cómo crees que podría hacer milagros?
El hacendado insistió:
-Me han contado que sanas a los enfermos, restituyes la vista a los ciegos y
vuelves cuerdos a los locos. Esos milagros sólo los puede hacer alguien muy
poderoso.
El sabio repuso:
-¿Te referías a eso? Pues bien, tú lo has dicho: esos milagros sólo los
puede hacer alguien muy poderoso, no un viejo como yo. Esos milagros los
realiza Dios; yo sólo pido que se conceda un favor para el enfermo. Todo el
que tenga la fe suficiente en Dios puede hacer lo mismo.
El hombre con fortunas materiales le pidió:
-Quiero tener la misma fe para poder realizar los milagros que haces.
Muéstrame un milagro para que pueda creer en tu Dios.
-Esta mañana, ¿volvió a salir el sol? -le preguntó el sabio.
-¡Sí, claro que sí!
-Pues ahí tienes un milagro. El milagro de la luz.
-No, yo quiero ver un VERDADERO milagro -protestó el hombre rico-: oculta
el sol, saca agua de una piedra. Mira: hay un conejo herido junto al camino.
Tócalo y sana sus heridas.
El sabio le volvió a preguntar:
-¿Quieres un verdadero milagro? Bien. ¿No es verdad que tu esposa acaba de
dar a luz hace algunos días?
-¡Sí! A un varoncito, que es mi primogénito.
-Ahí tienes el segundo milagro. El milagro de la vida.
-Sabio -replicó el terrateniente-, tú no me entiendes. Quiero ver un
verdadero milagro.
El sabio inquirió plácidamente :
-¿Acaso no estamos en época de cosecha? ¿No hay trigo y sorgo donde hace
unos meses sólo había tierra?
-Sí -respondió el hombre rico-, igual que todos los años.
-Pues ahí tienes el tercer milagro.
-Creo que no me he explicado; lo que yo quiero...
No pudo terminar la frase porque el sabio lo interrumpió:
-Te has explicado bien. Yo ya hice todo lo que podía hacer por ti. Si lo
que encontraste no es lo que buscabas, lamento desilusionarte.
Luego de escuchar estas palabras, el poderoso terrateniente se retiró muy
contrariado por no haber conseguido lo que buscaba. El sabio y su alumno se
quedaron parados bajo la espesura del bosque. Cuando lo vieron perderse en
la lejanía, el sabio levantó al conejo, sopló sus heridas y las heridas
desparecieron.
El joven estaba algo desconcertado:
-Maestro; te he visto hacer milagros como éste casi todos los días. ¿Por
qué te negaste a mostrarle uno a ese hombre? ¿Por qué lo haces ahora que no
puede verlo?
El sabio demostró su sabiduría, una vez más:
-Lo que él buscaba no era un milagro, era un espectáculo, algo que lo
sacudiera de su rutina y le trajera un nuevo motivo de sorpresa a su
monótona vida. Le mostré tres milagros y no pudo verlos. Para ser rey, antes
hay que ser príncipe; para ser maestro antes hay que ser alumno. No puedes
pedir grandes milagros si no has aprendido a valorar los pequeños prodigios
cotidianos. El día en que aprendas a reconocer a Dios en ellos, ese día
comprenderás que no necesitas más milagros que los que Dios te da todos los
días, sin que tú se los hayas pedido.

jueves, 19 de agosto de 2010

Tu eres especial

Dondequiera que te encuentres

y quien quiera que seas;

quiero que estés seguro

que tú eres un ser sumamente especial.



Llevas contigo muchas cosas que quizás desconoces que posees,

porque no te detienes en tu cotidiano afán a buscar dentro de ti mismo,

lo bueno que puedas brindar.



Otros no tienen lo especial que hay en ti,

porque solamente a ti se te ha dado para que lo compartas debidamente.



Desde el instante en que se te ha permitido la vida,

has pasado a formar parte del inmenso rompecabezas

que juntos debemos armar

y en donde nadie está de más ni de menos.



No hay un ser que lleva la vida en vano,

todos tenemos una misión especial

y a cada cual le corresponde descubrirla

y llevarla a cabo de la mejor manera.



Tú que lees estas líneas

no lo dudes,

eres indispensable y especial.

martes, 17 de agosto de 2010

Un cuento lleno de ventajas

Quiero escribirte un cuento lleno de ventajas: La primera ventaja es que cuando el cuento llega al final, no se acaba, sino que se cae por un agujero "gruuuuuuuuuu" y el cuento reaparece en mitad del cuento. Esta es la segunda ventaja, y la más grande: que desde aquí se puede cambiar el rumbo, si tú me dejas, si me das tiempo...



¿Sabías que esta es la isla donde la luna está más baja? Pues si. Y eso sólo lo sabemos unos poquitos en el mundo. Pero también es la isla del buen tiempo, y la isla de los deseos. Si te falta algo, las rocas del fondo del mar te lo hacen y cuando lo tengan acabado te lo regalan. Solo hay que tener cuidado con una cosa: los agujeros del suelo. Aunque no importa mucho, porque también es la isla donde nadie se muere. Por ejemplo, si te caes, luego puedes elegir la vida que quieras, o ser el pez que más te guste.




domingo, 15 de agosto de 2010

El cielo y el infierno


Un hombre, su caballo y su perro, caminaban por un sendero. Al pasar cerca de un árbol gigantesco, cayó un rayo, y los tres murieron fulminados.
Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había dejado este mundo, y siguió caminando con sus dos animales (a veces a los muertos les lleva un tiempo ser conscientes de su nueva condición…)
La caminata se hacía muy larga, colina arriba, el sol era de justicia, y todos terminaron sudados y sedientos. Necesitaban desesperadamente agua. En una curva del camino, avistaron una puerta magnífica, toda de mármol, que conducía a una plaza adoquinada con bloques de oro, en cuyo centro había una fuente de donde manaba un agua cristalina.
El caminante se dirigió al hombre que guardaba la entrada:
- Buenos días. ¿Qué lugar es éste, tan bonito?
- Esto es el cielo.
- Pues qué bien que hemos llegado al cielo, porque nos estamos muriendo de sed.
- Usted puede entrar y beber toda el agua que quiera.
- Mi caballo y mi perro también tienen sed.
- Lo siento mucho, pero aquí no se permite la entrada de animales.
Al hombre aquello le disgustó mucho, porque su sed era grande, pero no estaba dispuesto a beber él solo; dio las gracias y siguió adelante. Tras mucho caminar, ya exhaustos, llegaron a una finca que tenía por entrada una vieja portezuela que conducía a un camino de tierra, bordeado por árboles en sus dos orillas.
A la sombra de uno de los árboles, había un hombre tumbado, con la cabeza cubierta con un sombrero, posiblemente durmiendo.
-Buenos días – dijo el caminante.-Tenemos mucha sed, mi perro, mi caballo y yo.
-Hay una fuente en aquellas piedras – dijo el hombre señalando el lugar -. Pueden beber cuanto les plazca.
El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y mataron su sed. A continuación, regresó para dar las gracias.
-A propósito, ¿cómo se llama este lugar?
-Cielo.
-¿Cielo? ¡Pero si el guarda de la puerta de mármol dijo que el cielo era allá!
-Eso no es el cielo, es el infierno.
El caminante se quedó perplejo.
-¡Pero ustedes deberían evitar eso! ¡Esa falsa información debe causar grandes trastornos!
El hombre sonrió:
-De ninguna manera. En realidad, ellos nos hacen un gran favor. Porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar a los mejores amigos…

en “El demonio y la Srta. Prym”

martes, 30 de marzo de 2010

Mirar un poquito dentro de nosotros



La historia cuenta que un viejo maestro deseaba enseñar a uno de sus discípulos la razón por la cual muchas personas viven atadas a una vida de conformismo y mediocridad y no logran superar los obstáculos que les impiden triunfar.
No obstante, para el maestro la lección más importante que podía aprender el joven discípulo era observar lo que sucede cuando finalmente nos liberamos de aquellas ataduras y comenzamos a utilizar nuestro verdadero potencial.

Para impartir su lección al joven, el maestro decidió que aquella tarde visitaran juntos algunos de los parajes más pobres de la provincia. Después de caminar un largo rato encontraron el vecindario más triste y desolador de la comarca y se dispusieron a buscar la más humilde de todas las viviendas.
Aquella casucha a medio derrumbarse, que se encontraba en la parte más alejada del caserío era, sin duda alguna, la más pobre de todas. Sus paredes se sostenían en pie de milagro aunque amenazaban con venirse abajo en cualquier momento; el improvisado techo dejaba filtrar el agua, y la basura y los desperdicios se acumulaban a su alrededor dándole un aspecto decrépito y repulsivo. Sin embargo, lo más sorprendente de todo era que en aquella casucha de apenas seis metros cuadrados vivían ocho personas. El padre, la madre, cuatro hijos y dos abuelos se las arreglaban para acomodarse de cualquier manera en aquel reducido espacio. Sus ropas viejas y remendadas, y la suciedad y el mal olor que envolvía sus cuerpos, eran la mejor prueba de la profunda miseria que ahí reinaba. Sus miradas tristes y sus cabezas bajas no dejaban duda de que la pobreza y la inopia no sólo se había apoderado de sus cuerpos sino que también había encontrado albergue en su interior.
Curiosamente, en medio de este estado de penuria y pobreza total la familia contaba con una sola posesión extraordinaria bajo tales circunstancias, una vaca. Una flacuchenta vaca cuya escasa leche le proveía a la familia un poco de alimento para sobrevivir. La vaca era la única posesión material con la que contaban y lo único que los separaba de la miseria total.

Y allí, en medio de la basura y el desorden, el maestro y su discípulo pasaron la noche. Al día siguiente, muy temprano, asegurándose de no despertar a nadie, los dos viajeros se dispusieron a continuar su camino.
Salieron de la morada pero, antes de emprender la marcha, el anciano maestro le dijo en voz baja a su discípulo:
-Es hora de que aprendas la lección que nos trajo a estos parajes. Después de todo, lo único que habían visto durante su corta estadía eran los resultados de una vida de conformismo y mediocridad, pero aún no estaba del todo claro para el joven discípulo cuál era la causa que había originado tal estado de abandono. Ésta era la verdadera lección, el maestro lo sabía y había llegado el momento de enseñársela.

Ante la incrédula mirada del joven, y sin que éste pudiera hacer algo para evitarlo, súbitamente el anciano sacó una daga que llevaba en su bolsa y de un solo tajo degolló a la pobre vaca que se encontraba atada a la puerta de la vivienda. -¿Qué has hecho maestro? –dijo el joven susurrando angustiadamente para no despertar a la familia-. ¿Qué lección es ésta que deja a una familia en la ruina total? ¿Cómo has podido matar esta pobre vaca que era su única posesión?
Sin inmutarse ante la preocupación de su joven discípulo y sin hacer caso de sus interrogantes, el anciano se dispuso a continuar su marcha. Así pues, dejando atrás aquella macabra escena, maestro y discípulo partieron. El primero, aparentemente indiferente ante la suerte que le esperaba a la pobre familia por la pérdida del animal. Durante los días siguientes al joven le asaltaba una y otra vez la nefasta idea de que, sin la vaca, la familia seguramente moriría de hambre. ¿Qué otra suerte podían correr tras haber perdido su única fuente de sustento?

La historia cuenta que, un año más tarde, los dos hombres decidieron pasar nuevamente por aquel paraje para ver qué había ocurrido con la familia. Buscaron en vano la humilde vivienda. El lugar parecía ser el mismo, pero donde un año atrás se encontraba la ruinosa casucha ahora se levantaba una casa grande que, aparentemente, había sido construida recientemente. Se detuvieron por un momento para observar a la distancia, asegurándose que se encontraran en el mismo sitio. Lo primero que pasó por la mente del joven fue el presentimiento de que la muerte de la vaca había sido un golpe demasiado duro para aquella pobre familia. Muy probablemente, se habían visto obligados a abandonar aquel lugar y una nueva familia, con mayores posesiones, se había adueñado de éste y había construido una mejor vivienda. ¿Adonde habrían ido a parar aquel hombre y su familia? ¿Qué habría sucedido con ellos? Quizás fue la pena moral la que los doblegó.

Todo esto pasaba por la mente del joven mientras se debatía entre el deseo de acercarse a la nueva vivienda para indagar por la suerte de lo antiguos moradores o continuar su viaje y así evitar la confirmación de sus peores sospechas. Cuál no sería su sorpresa cuando, del interior de la casa, vio salir al mismo hombre que un año atrás les había dado posada. Sin embargo, su aspecto era totalmente distinto. Sus ojos brillaban, vestía ropas limpias, iba aseado y su amplia sonrisa mostraba que algo significativo había sucedido. El joven no daba crédito a lo que veía. ¿Cómo era posible? ¿Qué había acontecido durante ese año? Rápidamente se dispuso a saludarle par averiguar qué había ocasionado tal cambio en la vida de esta familia.

-Hace un año, durante nuestro breve paso por aquí –dijo el joven- fuimos testigos de inmensa pobreza en la que ustedes se encontraban. ¿Qué ocurrió durante este tiempo para que todo cambiara?
El hombre, que ignoraba que el joven y su maestro habían sido los causantes de la muerte de la vaca, les contó cómo, casualmente el mismo día de su partida, algún maleante, envidioso de su escasa fortuna, había degollado salvajemente al pobre animal. El hombre les confesó a lo dos viajeros que su primera reacción ante la muerte de la vaca fue de desesperación y angustia. Por mucho tiempo, la leche que producía la vaca había sido su única fuente de sustento. Más aún, poseer este animal les había ganado el respeto de los vecinos menos afortunados quienes seguramente envidiaban tan preciado bien.
-Sin embargo –continuó el hombre- poco después de aquel trágico día, nos dimos cuenta que, a menos que hiciéramos algo, muy probablemente nuestra propia supervivencia se vería amenazada. Necesitábamos comer y buscar otras fuentes de alimento para nuestros hijos, así que limpiamos el patio de la parte de atrás de la casucha, conseguimos algunas semillas y sembramos hortalizas y legumbres para alimentarnos.
-Pasado algún tiempo, nos dimos cuenta que la improvisada granja producía mucho más de lo que necesitábamos para nuestro sustento, así que comenzamos a venderle algunos vegetales que nos sobraban a nuestros vecinos y con esa ganancia compramos más semillas. Poco después vimos que el sobrante de la cosecha alcanzaba para venderlo en el mercado del pueblo. Así lo hicimos y por primera vez en nuestra vida tuvimos dinero suficiente para comprar mejores vestidos y arreglar nuestra casa. De esta manera, poco a poco, este año nos ha traído una vida nueva. Es como si la trágica muerte de nuestra vaca, hubiese abierto las puertas de una nueva esperanza.

El joven, quien escuchaba atónito la increíble historia, entendió finalmente la lección que su sabio maestro quería enseñarle. Era obvio que la muerte del animal fue el principio de una vida de nuevas y mayores oportunidades. El maestro, quien había permanecido en silencio escuchando el fascinante relato del hombre, llevó al joven a un lado y le preguntó en voz baja:
-¿Tú crees que si esta familia aún tuviese su vaca, habría logrado todo esto?
-Seguramente no –respondió el joven.
-¿Comprendes ahora? La vaca, además de ser su única posesión, era también la cadena que los mantenía atados a una vida de conformismo y mediocridad. Cuando ya no contaron más con la falsa seguridad que les daba sentirse poseedores de algo, así sólo fuera una flacucha vaca, tomaron la decisión de esforzarse por buscar algo más.
-En otras palabras, la vaca, que para sus vecinos era una bendición, les daba la sensación de no estar en la pobreza total, cuando en realidad vivían en medio de la miseria.
-¡Exactamente! –respondió el maestro-. Así sucede cuando tienes poco, porque lo poco que tienes se convierte en una cadena que no te permite buscar algo mejor. El conformismo se apodera de tu vida. Sabes que no eres feliz con lo que posees, pero tampoco eres totalmente miserable. Estás frustrado con la vida que llevas, mas no lo suficiente como para cambiarla. ¿Ves lo trágico de la situación?
-Cuando tienes un trabajo que odias, con el que no logras satisfacer tus necesidades económicas mínimas y no te trae absolutamente ninguna satisfacción, es fácil tomar la decisión de dejarlo y buscar uno mejor. No obstante, cuando tienes un trabajo que no te gusta, pero que cubre tus necesidades mínimas y te ofrece cierta comodidad aunque no la calidad de vida que verdaderamente deseas para ti y tu familia, es fácil conformarte con lo poco que tienes. Es fácil caer presa del dar gracias ya que por lo menos cuentas con algo… Después de todo, hay muchos que no tienen nada y quisieran contar con el trabajo que tú tienes. Esta idea es similar a aquella vaca y, a menos que te deshagas de ella, no podrás experimentar un mundo distinto al que has vivido. Estás condenado a ser víctima de por vida de estas limitaciones que tú mismo te has encargado de establecer. Es como si hubieses decidido vendar tus ojos y conformarte con tu suerte. Todos tenemos vacas en nuestras vidas. Llevamos a cuestas creencias, excusas y justificaciones que nos mantienen atados a una vida de mediocridad. Poseemos vacas que no nos dejan buscar mejores oportunidades. Cargamos con pretextos y disculpas para explicar por qué no estamos viviendo la vida que queremos. Nos damos excusas que ni nosotros mismos creemos, que nos dan un falso sentido de seguridad cuando frente a nosotros se encuentra un mundo de oportunidades que sólo podremos apreciar si matamos a nuestras vacas.

«Qué gran lección», pensó el joven discípulo a inmediatamente reflexionó acerca de sus propias vacas. Durante el resto del viaje recapacitó acerca de todas aquellas limitaciones que él mismo se había encargado de adquirir a lo largo de su vida. Prometió liberarse de todas las vacas que lo mantenían atado a una existencia de mediocridad y le impedían utilizar su verdadero potencial. Indudablemente, aquel día marcaba el comienzo de una nueva vida, ¡una vida libre de vacas!

jueves, 18 de febrero de 2010

Un fragmento de Paulo Coelho



Entonces fue como si el tiempo se parase y el alma del mundo surgiese con toda su fuerza ante el. Cuando vio sus ojos negros, sus labios indecisos entre una sonrisa y un silencio, el entendió la parte mas importante y la mas sabia del lenguaje que todo el mundo hablaba y que todas las personas de la tierra eran capaces de entender en sus corazones. Y esto se llamaba amor, algo más antiguo que los hombres y que el propio desierto, y que sin embargo resurgía siempre con la misma fuera doquier que dos pares de ojos delante de un pozo. Los labios finalmente decidieron ofrecer una sonrisa y aquello era una señal, la señal que el espero sin saberlo durante tanto tiempo en su vida, que había buscado en las ovejas y en los libros, en los cristales y en el silencio del desierto.

Allí estaba el puro lenguaje del mundo, sin explicaciones, por que el universo no necesitaba explicaciones para continuar su camino en el espacio sin fin. Todo lo que el muchacho entendía en aquel momento es que estaba delante de la mujer de su vida y sin ninguna necesidad de palabras, ella debía saberlo también. Estaba mas seguro de esto que de cualquier cosa en el mundo, aunque sus padres y los padres de sus padres dijeran que era necesario salir, simpatizar, prometerse, conocer bien a la persona y tener dinero antes de casarse. Los que decían esto quizás jamás hubiesen conocido el lenguaje universal, por que cuando nos sumergimos en el es fácil entender que "Siempre existe en el mundo una persona que espera a otra, sea en el medio del desierto, sea en el medio de una gran ciudad. Y cuando estas personas se cruzan y sus ojos se encuentran, todo el pasado y todo el futuro pierde completamente su importancia y solo existe aquel momento y aquella certeza increíble de que todas las cosas debajo del sol fueron escritas por la misma mano". La mano que despierta al amor y que hizo un alma gemela para cada persona que trabaja, descansa y busca tesoros debajo del sol. Por que sin esto no habría ningún sentido para los sueños de la raza humana.

viernes, 12 de febrero de 2010




No me atormenta saber que no te tendré aquí
porque ya no eres al que un día vi y en sus ojos me perdí
solo eres la sombra del que ame hasta mas no poder