martes, 28 de diciembre de 2010

Aquí tenéis reloj, allí tenemos tiempo




Moussa Ag Assarid es el mayor de trece hermanos de una familia nómada de tuaregs. Nació al norte de Mali en 1975 y en 1999 se trasladó a Francia para estudiar. Es autor de ‘ En el desierto no hay atascos' , donde describe su fascinación y perplejidad ante el mundo occidental.

Tenéis de todo, pero no os basta. Os quejáis.
Aquí tenéis reloj, allí tenemos tiempo.

En el desierto no hay atascos, ¿y sabe por qué? ¡Porque allí nadie quiere adelantar a nadie!

A continuación está la entrevista que concedió a La Vanguardia

No sé mi edad: nací en el desierto del Sahara, sin papeles... !

Nací en un campamento nómada tuareg entre Tombuctú y Gao, al norte de Mali. He sido pastor de los camellos, cabras, corderos y vacas de mi padre. Hoy estudio Gestión en la Universidad Montpellier. Estoy soltero. Defiendo a los pastores tuareg. Soy musulmán, sin fanatismo

¡Qué turbante tan hermoso... !

Es una fina tela de algodón: permite tapar la cara en el desierto cuando se levanta arena, y a la vez seguir viendo y respirando a su través.

Es de un azul bellísimo...

A los tuareg nos llamaban los hombres azules por esto: la tela destiñe algo y nuestra piel toma tintes azulados...

¿Cómo elaboran ese intenso azul añil?

Con una planta llamada índigo, mezclada con otros pigmentos naturales. El azul, para los tuareg, es el color del mundo.

¿Por qué?

Es el color dominante: el del cielo, el techo de nuestra casa.

¿Quiénes son los tuareg?

Tuareg significa ‘ abandonados' , porque somos un viejo pueblo nómada del desierto, solitario, orgulloso: ‘ Señores del Desierto' , nos llaman. Nuestra etnia es la amazigh (bereber), y nuestro alfabeto, el tifinagh.

¿Cuántos son?

Unos tres millones, y la mayoría todavía nómadas. Pero la población decrece... ‘ ¡Hace falta que un pueblo desaparezca para que sepamos que existía!' , denunciaba una vez un sabio: yo lucho por preservar este pueblo.

¿A qué se dedican?

Pastoreamos rebaños de camellos, cabras, corderos, vacas y asnos en un reino de infinito y de silencio...

¿De verdad tan silencioso es el desierto?

Si estás a solas en aquel silencio, oyes el latido de tu propio corazón. No hay mejor lugar para hallarse a uno mismo.

¿Qué recuerdos de su niñez en el desierto conserva con mayor nitidez?

Me despierto con el sol. Ahí están las cabras de mi padre. Ellas nos dan leche y carne, nosotros las llevamos a donde hay agua y hierba... Así hizo mi bisabuelo, y mi abuelo, y mi padre... Y yo. ¡No había otra cosa en el mundo más que eso, y yo era muy feliz en él!

¿Sí? No parece muy estimulante. ..

Mucho. A los siete años ya te dejan alejarte del campamento, para lo que te enseñan las cosas importantes: a olisquear el aire, escuchar, aguzar la vista, orientarte por el sol y las estrellas... Y a dejarte llevar por el camello, si te pierdes: te llevará a donde hay agua.

Saber eso es valioso, sin duda...

Allí todo es simple y profundo. Hay muy pocas cosas, ¡y cada una tiene enorme valor!

Entonces este mundo y aquél son muy diferentes, ¿no?

Allí, cada pequeña cosa proporciona felicidad. Cada roce es valioso. ¡Sentimos una enorme alegría por el simple hecho de tocarnos, de estar juntos! Allí nadie sueña con llegar a ser, ¡porque cada uno ya es!

¿Qué es lo que más le chocó en su primer viaje a Europa?

Vi correr a la gente por el aeropuerto.. . ¡En el desierto sólo se corre si viene una tormenta de arena! Me asusté, claro...

Sólo iban a buscar las maletas, ja, ja...

Sí, era eso. También vi carteles de chicas desnudas: ¿por qué esa falta de respeto hacia la mujer?, me pregunté... Después, en el hotel Ibis, vi el primer grifo de mi vida: vi correr el agua... y sentí ganas de llorar.

Qué abundancia, qué derroche, ¿no?

¡Todos los días de mi vida habían consistido en buscar agua! Cuando veo las fuentes de adorno aquí y allá, aún sigo sintiendo dentro un dolor tan inmenso...

¿Tanto como eso?

Sí. A principios de los 90 hubo una gran sequía, murieron los animales, caímos enfermos... Yo tendría unos doce años, y mi madre murió... ¡Ella lo era todo para mí! Me contaba historias y me enseñó a contarlas bien. Me enseñó a ser yo mismo.

¿Qué pasó con su familia?

Convencí a mi padre de que me dejase ir a la escuela. Casi cada día yo caminaba quince kilómetros. Hasta que el maestro me dejó una cama para dormir, y una señora me daba de comer al pasar ante su casa... Entendí: mi madre estaba ayudándome...

¿De dónde salió esa pasión por la escuela?

De que un par de años antes había pasado por el campamento el rally París-Dakar, y a una periodista se le cayó un libro de la mochila. Lo recogí y se lo di. Me lo regaló y me habló de aquel libro: El Principito. Y yo me prometí que un día sería capaz de leerlo...

Y lo logró.

Sí. Y así fue como logré una beca para estudiar en Francia.

¡Un tuareg en la universidad. ..!

Ah, lo que más añoro aquí es la leche de camella... Y el fuego de leña. Y caminar descalzo sobre la arena cálida. Y las estrellas: allí las miramos cada noche, y cada estrella es distinta de otra, como es distinta cada cabra... Aquí, por la noche, miráis la tele.

Sí... ¿Qué es lo que peor le parece de aquí?

Tenéis de todo, pero no os basta. Os quejáis. ¡En Francia se pasan la vida quejándose! Os encadenáis de por vida a un banco, y hay ansia de poseer, frenesí, prisa... En el desierto no hay atascos, ¿y sabe por qué? ¡Porque allí nadie quiere adelantar a nadie!

Reláteme un momento de felicidad intensa en su lejano desierto.

Es cada día, dos horas antes de la puesta del sol: baja el calor, y el frío no ha llegado, y hombres y animales regresan lentamente al campamento y sus perfiles se recortan en un cielo rosa, azul, rojo, amarillo, verde...

Fascinante, desde luego...

Es un momento mágico... Entramos todos en la tienda y hervimos té. Sentados, en silencio, escuchamos el hervor... La calma nos invade a todos: los latidos del corazón se acompasan al pot-pot del hervor...

Qué paz...

Aquí tenéis reloj, allí tenemos tiempo.

martes, 21 de diciembre de 2010

tu destino

“Eres lo que tu mas profundo y vigoroso deseo es. Como es tu deseo, es tu voluntad. Como es tu voluntad, son tus actos. Como son tus actos, es tu destino.”

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Mas allá

Dedicada a mi hermano Antonio que le encanta esta canción, Te quiero pequeño

lunes, 13 de diciembre de 2010

Yule

Este año Yule coincide con Luna llena y eclipse Lunar el 21 de Diciembre. Una noche especial sin duda.

El Solsticio de Invierno, que se celebra en los días comprendidos entre el 20 y 23 de Diciembre es una de las fiestas celtas. Los sabbats, son fiestas que se celebran en días de luna llena, y esta es una de ellas.

Este día es el momento de mayor oscuridad: el sol está en su punto más bajo en los cielos, mientras que la noche es la más larga del año. Yule es uno de los puntos clave del ciclo. Tras Yule, los días empiezan a prolongarse, por lo que esta festividad se celebra tradicionalmente para convocar el retorno de la luz y de la esperanza al mundo oscuro . La Diosa, en su aspecto de Madre Creadora y Plena, da a luz al niño Sol, el Dios que representa el renacimiento de la vida, la esperanza y el amor.

Hay muchas similitudes entre los ritos celtas y las tradiciones navideñas que ahora se identifican con la tradición cristiana. Repasemos alguna de ellas.

- Era costumbre adornar las casas con hiedra, por dentro y por fuera, y poner guirnaldas de acebo y muérdago, para protegerse de visitas no deseadas.

- Los colores empleados para los adornos eran el color rojo, símbolo del nacimiento (por su asociación con la sangre del parto), y el verde, símbolo de la tierra, ya que se consideraba que, al empezar los días a ser más largos, era entonces cuando verdaderamente empezaba a resurgir la vida en la tierra.


- Otra costumbre heredada de los pueblos celtas es la del árbol de navidad, que en su origen era un tronco de árbol que se quemaba la noche del solsticio, para festejar el renacimiento del sol y para atraer la prosperidad. Esta costumbre se remonta incluso a Egipto, en el 5000 a.c. (festejaban el nacimiento de Horus, su "rey sol") y a los antiguos sumerios (festejaban el nacimiento del dios Mitra), y ha sufrido cambios, pero ha estado presente desde entonces en multitud de culturas.

Cuando los celtas adoptaron esta costumbre, hacia el 1100 a.c., recogían un leño después del solsticio y lo guardaban hasta que, unos días antes de la festividad, lo adornaban con piñas de conífera, acebo, hiedra y otras plantas siempre verdes, lo que parece que puede ser uno de los orígenes de la costumbre actual de adornar un árbol. Después de varios días adornado y colocado en un lugar de honor del hogar, para que todos los miembros de la familia pudieran tocarlo y dejarle golosinas y regalos, el leño se prendía al ponerse el sol la noche del solsticio (normalmente era la madre quien prendía el fuego) y se quemaba lentamente. Sus cenizas se guardaban con veneración, ya que se decía que podían curar enfermedades, y se solía guardar algún resto carbonizado para encender el fuego del leño del año siguiente.


Es el renacimiento de la luz, la luz que nunca se fué pero que ahora brillará con más fuerza...

(Mi hermana Lucía, una de las luces que alumbran mi vida y mi alma)

viernes, 10 de diciembre de 2010

Los campamentos Saharauis









Tindouf  2008

Inolvidable e impresionante sería la única forma de describir un atatrdecer en el Sáhara, como poco a poco se vá fundiendo el sol en las dunas del desierto y en ese momento una sensación inunda todo tu ser de paz, tranquilidad y magia.
Esos tés interminables, esas sonrisas sinceras, esas familias que te acogen como familiar sin conocerte de nada, esas personas que te dán más de lo que tienen, todo y más.

Una experiencia única e irrepetible, una de las mejores experiencias de mi vida.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

El templo de Hatshepsut, el templo del amor

HATSHEPSUT:

Una de las más famosas y atractivas de entre estas mujeres, fue la reina Hatshepsut. En realidad, si hubiera nacido varón, había sido la indiscutible heredera del trono, pero el hecho de ser mujer la había destinado a ser solo la trasmisora de la realeza, una Gran Esposa Real.

En principio, Hatshepsut fue tratada como la primera esposa de su hermanastro Thutmosis II, más joven que ella, enfermizo y débil. Su reinado fue breve: duró poco más de tres años. No obstante, había engendrado en una concubina llamada Isis un hijo varón al que también se le impondría el nombre de Thutmosis, el tercer rey con ese nombre que vería la dinastía.



Cuando el rey Thutmosis II murió, la reina Hatshepsut, se encontró con todo el poder entre sus manos. El sucesor varón de rey difunto era un niño de corta edad, Thutmosis III, y ella era la persona que más legitimidad poseía para ejercer el poder sobre el trono.




Ayudada por dos importantes hombres de la corte, el gran arquitecto real Sen-en-Mut, y el Visir del Alto y del Bajo Egipto, y Sumo Sacerdote de Amón, Hapu-Seneb, se hizo coronar como rey del Alto y Bajo Egipto. Igualmente, se hizo representar con barba, atributo propio de lo reyes y, principalmente, se hizo declarar hija carnal del dios Amón, por tanto un ser de naturaleza divina, y diosa ella misma.



Probablemente, la idea era establecer una especial línea dinástica previniendo que su sucesora en el trono sería la princesa Neferu-Ra.


Se supone que esta princesa habría sido hija concebida del rey Thutmosis II, pero, todo indica que también podría haber sido fruto del amor de la reina con su gran favorito, el Mayordomo de Amón y Arquitecto real Sen-en-Mut. El amor entre estos dos personajes parece haber sido el fundamento del reinado de Hatshepsut. Para ella, Sen-en-Mut fue sin duda el sostén y el apoyo más importante en su ascensión hacía el trono de Egipto. El arquitecto Sen-en-Mut construyó para su soberana el templo más maravilloso que existe en todo Egipto, el Dyer-Dysesu, en Deir el Bahari. Allí se albergaban los misterios del nacimiento divino de la reina, engendrada místicamente por Amón en el vientre de su madre, la reina Ahmes-ta-Sherit.


Sin embargo, una vez concluida la construcción del templo del Deir el Bahari parece que la princesa Neferu-Ra murió. Esta terrible pérdida trajo consigo el cambio de los planes tan largamente elaborados entre Hatshepsut y Sen-en-Mut. Hacía el año 22 el reinado conjunto con Thutmosis III, todo parece indicar que la reina desapareció de escena. La causa de dicha desaparición podría haber sido su muerte.

En todo caso, la memoria de la reina sobrevivió a pesar de que sus nombres fueron atacados y sus estatuas destruidas. El templo de Deir el Bahari proclama todavía el amor que unió a esta reina y a su favorito, el Mayordomo de Amón, Sen-en-Mut.


 







lunes, 6 de diciembre de 2010

SER FELIZ



“Si pudiéramos aprender que las flores son más bellas cuando se mantienen en sus plantas; si pudiéramos entender que la felicidad no se la puede atrapar porque existe únicamente en el presente; si entendiéramos que no es posible detener el transcurso del tiempo y querer hacer que un momento dure toda la eternidad.
Si entendiéramos que podemos ver la felicidad en cada cosa creada, percibir la belleza detrás de las apariencias, encontrar la armonía ahí en donde normalmente observamos sólo problemas; si fuésemos capaces de percibir ese chispazo divino de Voluntad Divina yacente en todas las cosas, diríamos entonces que hemos aprendido a abrir los ojos a la felicidad, porque el hombre tiene una misión, la misión de ser feliz y de hacer felices a los demás”.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

La Nube y la Duna



"Todo el mundo sabe que la vida de las nubes es muy agitada, pero también muy corta", escribe Bruno Ferrero. Aquí contaremos una nueva historia:
Una joven nube nació en medio de una gran tempestad en el mar Mediterráneo. Pero casi no tuvo tiempo de crecer allí, pues un fuerte viento empujó a todas las nubes en dirección a África.

No bien llegaron al continente, el clima cambió: un sol generoso brillaba en el cielo y abajo se extendía la arena dorada del desierto dell Sahara. El viento las continuó empujando en dirección a los bosques del sur, ya que en el desierto casi no llueve.

Entretanto, así como sucede con los jóvenes humanos, también sucede con las jóvenes nubes: la nuestra decidió desgarrarse de sus padres y de sus más viejos amigos para conocer el mundo.

-¿Qué estás haciendo? - protestó el viento. - ¡El desierto es todo igual! ¡Regresa a la formación y vayamos hasta el centro de África, donde existen montañas y árboles deslumbrantes!

Pero la joven nube, rebelde por naturaleza, no obedeció. Poco a poco fue bajando de altitud hasta conseguir planear en una brisa suave, generosa, cerca de las arenas doradas. Después de pasear mucho, se dio cuenta de que una de las dunas le estaba sonriendo.

Vio que ella también era joven, recién formada por el viento que acababa de pasar. Y al momento se enamoró de su cabellera dorada.

- Buenos días - dijo. - ¿Cómo se vive allá abajo?

- Tengo la compañía de las otras dunas, del sol, del viento y de las caravanas que de vez en cuando pasan por aquí. A veces hace mucho calor, pero se puede aguantar. ¿Y cómo es vivir allí arriba?

-También existen el viento y el sol, pero la ventaja es que puedo pasear por el cielo y conocer muchas cosas.

- Para mí la vida es corta - dijo la duna. - cuando el viento vuelva de las selvas, desapareceré,

- ¿Y esto te entristece?

- Me da la impresión de que no sirvo para nada.
- Yo también siento lo mismo. En cuanto pase un viento nuevo, iré hacia el sur y me transformaré en lluvia. Mientras tanto, éste es mi destino.

La duna vaciló un poco, pero terminó diciendo:

- ¿Sabes que aquí en el desierto decimos que la lluvia es el Paraíso?

- No sabía que podía transformarme en algo tan importante - dijo la nube, orgullosa.

- Ya escuché varias leyendas contadas por viejas dunas. Ellas dicen que, después de la lluvia, quedamos cubiertas por hierbas y flores. Pero yo nunca sabré lo que es eso, porque en el desierto es muy difícil que llueva.

Ahora fue la nube la que vaciló. Pero enseguida volvió a abrir su amplia sonrisa:
- Si quieres, puedo cubrirte de lluvia. Aunque acabo de llegar, me he enamorado de ti, y me gustaría quedarme aquí para siempre.

- Cuando te vi por primera vez en el cielo también me enamoré - dijo la duna. - Pero si tú transformas tu linda cabellera blanca en lluvia, terminarás muriendo.

- El amor nunca muere - dijo la nube.- Se transforma. Y yo quiero mostrarte el Paraíso.

Y comenzó a acariciar a la duna con pequeñas gotas. Así permanecieron juntas mucho tiempo hasta que apareció un arco iris.

Al día siguiente, la pequeña duna estaba cubierta de flores. Otras nubes que pasaban en dirección a África pensaban que allí estaba la parte de bosque que estaban buscando, y soltaban más lluvia. Veinte años después, la duna se había transformado en un oasis, que refrescaba a los viajeros con la sombra de sus árboles.

Todo porque, un día, una nube enamorada no había tenido miedo de dar su vida por amor.

Paulo Coelho